domingo, 4 de julio de 2021

Literatura y pintura

 Hace un tiempo descubrí un autor literario japonés, que se llama Haruki Murakami, de quien en alguna ocasión me gustaría comentar algo aquí, pero en esta ocasión tan sólo quiero reseñar una particularidad de sus novelas; en los tres o cuatro libros que he leído de este autor siempre coloca a los personajes escuchando diferentes obras musicales. Normalmente no las conozco, y muchas veces hago una pausa en la lectura para buscarlas en internet y escucharlas imitando al protagonista de la novela.

Precisamente Murakami me ha mostrado los múltiples vínculos y conexiones que unen las diferentes artes. Todo se complementa y como los edificios de una antigua plaza, se sostienen unos con otros. En algunos casos esos vínculos son tan fuertes que de forma individual ya no puedo concebirlos. 


Pero no sólo se puede combinar literatura y música. Quiero citar un caso donde, desde mi subjetividad, veo una clara vinculación entre la literatura y el arte pictórico. 

Hace más de 30 años leí una obra magistral Juegos de la edad tardía de Luis Landero, publicada en 1989. En la trama de esta novela el protagonista recrea una cafetería de Madrid, un café donde acuden los artistas a tertulias, y el gran salón repleto de mesas está presidido por un cuadro de un faro. Ese faro no era un simple elemento decorativo, era un personaje más de la tertulia, quizás el  principal. Por supuesto que no pude evitar imaginar esa pintura, pero el autor no daba demasiadas pistas. 

Unos años más tarde, estudiando Geografía e Historia, tuve que cursar varios años asignaturas de arte y ahí descubrí a uno de los pintores que más admiro, Edward Hopper, de quien no me canso nunca de contemplar sus obras.  Y entre ellas descubrí La colina del faro, pintado en 1927, y no dude en un instante, este era el cuadro que colgaba de la pared en el Café de los Ensayistas que aparece en Juegos de la edad tardía.  ¿Conocería ya Luís Landero este cuadro cuando describía la escena? ¿Pensaría Hopper cuando pintaba este cuadro que unos decenios después podría decorar la pared de una tertulia literaria en una novela española? La primera sería muy difícil, la segunda casi imposible. Pero en cualquier caso parecen hechos para combinarse.

¿Ahora debería preguntarme que música acompaña a esta historia? Lo he hecho, pero todavía no la he encontrado, quizás todavía no se ha compuesto. O existe y la he escuchado pero yo no la he sentido así, porque si el arte es subjetivo el combinar dos artes eleva esa subjetividad exponencialmente.


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