sábado, 20 de febrero de 2021

LA GRAN DIVERGENCIA

 


Muchos nos podemos preguntar a que se debe esa divergencia en la evolución del progreso y desarrollo entre diferentes territorios. 

Existen países y regiones con un potencial enorme;  demográfico, riqueza en materias primas y con culturas milenarias se han quedado anclados y no han podido o no han sabido evolucionar proporcionando mayor riqueza y bienestar a sus habitantes.

¿Cuál es la clave del desarrollo? ¿Por qué dos supuestos territorios que parten de unos recursos similares alcanzan un desarrollo muy diferentes?

Es evidente que puede haber ocasiones que una presión exterior pueda empujar o frenar ese crecimiento, pero sin duda que al final son factores endógenos los que prevalecen para favorecer o entorpecer ese desarrollo y por supuesto que no creo que sea como defienden algunos grupos supremacistas cuestión de la raza o tonalidad de la piel.

Este tema es debatido por muchos historiadores, filósofos o juristas, pero todo apunta a que es la seguridad y garantías  jurídicas el factor principal que facilita el desarrollo. Muchos estados occidentales fueron capaces de desarrollar y respetar un ordenamiento jurídico que garantizaba una serie de derechos que permitía el esfuerzo y el crecimiento. Creó un clima de seguridad donde esas sociedades han tenido más fácil progresar.

Es obvio que en un lugar donde impunemente te pueden arrebatar lo que tienes, no resulta el mejor aliciente para animarte a crear empresas ni construir nada. Necesitamos de unas leyes, aunque no sean perfectas, pero sobre todo es esencial no tener que depender del criterio, las simpatías o el humor del poder o el poderoso para poder emprender cualquier acción. Nadie lo duda. Todos, o casi todos, aceptan que es bueno someterse a la ley para hacer un pozo, tener carnet de conducir, o comprar un almacén, aunque en ocasiones la burocracia nos parezca insufrible, pero sería infinitamente peor tener que depender del humor del cargo o el gobernante de turno.  Lo que algunos sectores no ven tan claro es que la seguridad y garantías jurídicas van más alla. Cuando un país se pasa por el "forro" las leyes y normativas y ocupan los cargos públicos personas por su "enchufe" y no respetando los principios de igualdad, merito, capacidad y publicidad, también se está quebrantando la seguridad jurídica.

Cuando un joven talento español tiene que estar opositando para cartero o marchar al extranjero mientras las universidades están repletas de cargos a "dedo" no sólo se quebrantan los derechos de ese joven. Nos están perjudicando a todos.

Esto no sólo priva a una sociedad de tener a los más adecuados en cada puesto, además contribuye a desmotivar a la propia sociedad, a  quebrantar y establecer otros medios para alcanzar las metas, ajenos a la formación y el esfuerzo. En resumen, un país donde vale más un enchufe que la preparación y capacidad, está condenado a ser un país de segunda fila.


Para ser un país de primera no es necesario trabajar más por menos dinero. Me temo que no seremos un país de primera fila hasta que no comprendamos que arrebatar una propiedad impunemente, un funcionario que ocupa su puesto por enchufe, o una concesión pública amañada, nos hace a todos más pobres y más subdesarrollados.

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