martes, 27 de octubre de 2020

Otoño

Seguramente es cursi escribir sobre el otoño, con la que está cayendo y un pánfilo como yo sale al campo, ve las hojas de colores y se olvida de todo. 

Puede ser, hay cosas más importantes,  pero a pesar de ello, el otoño sigue llegando con todo su encanto como todos los años, para el deleite de todo aquel que quiera disfrutarlo . Quizás algunas personas, que como yo también me aproximo al otoño de mi vida, cada vez sentimos más conexión con esta estación.

No soy capaz de describir la armonía de los paisajes otoñales. Las imagines hablan por si solas, y mejor que cualquier imagen que yo pueda poner, es asomarse a la ventana y contemplarlo, y aún mejor darse una caminata por el campo y sentirlo. 

Y no sólo los colores, el otoño tiene un sonido particular, como cada estación, pero el otoño es especialmente sutil, no necesita hacer mucho ruído para ser escuchado.

La naturaleza en otoño,  aunque ha perdido el ímpetu de la primavera y el exceso del verano,  llega a su cenit con una elegante serenidad,  como una mujer madura, que aunque el tiempo se le llevo juventud la compensó con creces con estilo y distinción. 

sábado, 24 de octubre de 2020

Contagios Covid

 Posiblemente cualquier persona que en España lea la prensa o vea los diferentes informativos, y decida darle una mínima credibilidad, de forma obligada llegará a la conclusión que los contagios de covid se producen mayoritariamente en la intimidad del hogar. Si, no puede ser de otra forma cuando estoy cansado de leer y escuchar que es prácticamente imposible contagiarse cuando uno asiste a una actividad cultural, al cine o al teatro. Que decir si sales a cenar a un restaurante o pasar un fin de semana en un hotelito, por activa y por pasiva nos recuerdan que esos locales son los espacios más seguros; no menos lo son los centros educativos y por supuesto, si exceptuamos los servicios sanitarios y de urgencias en los primeros momentos de la epidemia, es muy difícil escuchar que alguien se contagia trabajando. 

En resumen, visto lo visto, no entiendo como esos comités científicos no ordenan que la gente huya de sus hogares y no entre en ellos durante un largo periodo con el fin de terminar ya con esta maldita epidemia.

Sin ironía. Estoy harto de tantos intentos de manipulación, de medidas y declaraciones, que persiguen más dañar al adversario político, o solucionar problemas económicos, que de verdad acabar con la enfermedad.  Si de verdad se quiere la colaboración y el compromiso de todos es imprescindible más honestidad y sinceridad. Si hay que decir que no existen recursos para tantas pruebas, o que hay que sacrificar varios cientos de vidas para salvar los puestos de trabajo en el sector turístico, se debe saber, al menos los ciudadanos tendrán oportunidad de asumir la responsabilidad sobre su protección y las de sus familias. 

Nunca confié demasiado en la honestidad y eficacia de los diferentes gobiernos, pero esta pandemia me ha enseñado que puede ser nefasto para nuestra salud  depositar una confianza plena en el estado.


jueves, 15 de octubre de 2020

Impuestos más justos

 En las sociedades occidentales está plenamente consolidado y aceptado un sistema de contribución impositiva proporcional a los ingresos que cada ciudadano tiene. Es decir, supuestamente, pagan más impuestos los que más ganan. 

Es una medida que parece lógica en una sociedad cohesionada y solidaria. Pero en una sociedad de esas mismas características vería igual de lógico que contribuyeran más los que más perjuicios, daños y trastornos generan. 

Los ejemplos que vemos estos días en las noticias ilustran a la perfección esta situación. Ciudadanos que viven alegremente, saltándose las normas, como pueden ser desde contaminar más, no seguir las recomendaciones sanitarias para evitar la propagación del covid, o saltarse las normas de circulación entorpeciendo el tráfico o poniendo en peligro a otros y otras muchas actitudes que padecemos cada día, pero luego son los primeros en aprovecharse de cualquier ventaja que ofrezca la sociedad.


A veces reivindicando con obstinación su libertad individual por encima del compromiso con sus vecinos. 

Sin entrar en el debate de que derecho debe prevalecer más, si la libertad individual de actuar o el respeto y compromiso con la sociedad donde vive, si parece lógico que quien menos daños ocasione, menos impuestos pague; quien más daños ocasiona, contribuya con más impuestos para su reparación. 

En injusto que dos familias con los mismos ingresos, una de ellas viva amargándoles la vida a sus vecinos, destrozando parques y mobiliario público, abusando de los servicios médicos o sociales, provocando cada dos por tres altercados o problemas y otra con una actitud contraria que ni siquiera tire un papel a la calle y paguen los mismos impuestos. Por ello creo que sería justo tener articulado un sistema que, al igual que con los ingresos, evaluara las faltas y te hiciera subir o bajar en las tasas impositivas.