Hoy retomo mi blog. Con la intención de ir recopilando todas las ocurrencias, absurdas mayoritariamente, que se me ocurren y rescatar algunas de las antiguas entradas de mi desaparecido blog. También como un ejercicio de expresión y comunicación, aunque sea algo tan etereo, tan poco concreto, como puede resultar internet.
En cualquier caso, porque me hoy me apetece y porque, dada mi progresiva pérdida de memoria, me resultará muy útil este almacén virtual de incongruencias y enlaces.
Y para comenzar escribiendo, no hay nada más apropiado que un bolígrafo. Hoy voy a escribir sobre mis bolis, en concreto sobre mi bolígrafo Sheattel. ¿Saben ustedes que esta marca fue la que se utilizó para firmar la Declaración de Derechos Humanos en 1948? ¿Y que se garantizaban de por vida?.
Yo uso con frecuencia un Sheattel Sentinel, es uno de los modelos más básicos y populares de la casa, pero no por ello carece de calidad; todo lo contrario su sencillez, economía y robustez le dan una elegancia austera pero muy atractiva y hacen tremendamente agradable su uso. Realmente cuando tengo mi Sheaffer en mi mano, tengo que coger un papel en blanco y escribir, aunque solo sea repetir las mismas bobadas de siempre. Además, en economías frágiles como la del que suscribe, la posible pérdida de un bolígrafo de 10 euros no supondrá nunca la tragedia que supondría perder un Sheaffer alta gama.
Tengo otros bolígrafos considerados de gama más alta, pero la sobria elegancia del Sheaffer, solo se la pueden pelear dos modelos similares que fabricó la británica Parker o la versión española de Inoxcrom. Estos últimos los recuerdo con especial cariño, cuando veía asomar el extremo del Inoxcrom que llevaba mi padre en el bolsillo de la camisa y lo que suponía aquel bolígrafo, algo valioso, casi sacro que estaba reservado a manos expertas. Los niños nos contentábamos con un lápiz o un Bic.
En cualquier caso, porque me hoy me apetece y porque, dada mi progresiva pérdida de memoria, me resultará muy útil este almacén virtual de incongruencias y enlaces.
Y para comenzar escribiendo, no hay nada más apropiado que un bolígrafo. Hoy voy a escribir sobre mis bolis, en concreto sobre mi bolígrafo Sheattel. ¿Saben ustedes que esta marca fue la que se utilizó para firmar la Declaración de Derechos Humanos en 1948? ¿Y que se garantizaban de por vida?.
Yo uso con frecuencia un Sheattel Sentinel, es uno de los modelos más básicos y populares de la casa, pero no por ello carece de calidad; todo lo contrario su sencillez, economía y robustez le dan una elegancia austera pero muy atractiva y hacen tremendamente agradable su uso. Realmente cuando tengo mi Sheaffer en mi mano, tengo que coger un papel en blanco y escribir, aunque solo sea repetir las mismas bobadas de siempre. Además, en economías frágiles como la del que suscribe, la posible pérdida de un bolígrafo de 10 euros no supondrá nunca la tragedia que supondría perder un Sheaffer alta gama.
Tengo otros bolígrafos considerados de gama más alta, pero la sobria elegancia del Sheaffer, solo se la pueden pelear dos modelos similares que fabricó la británica Parker o la versión española de Inoxcrom. Estos últimos los recuerdo con especial cariño, cuando veía asomar el extremo del Inoxcrom que llevaba mi padre en el bolsillo de la camisa y lo que suponía aquel bolígrafo, algo valioso, casi sacro que estaba reservado a manos expertas. Los niños nos contentábamos con un lápiz o un Bic.
No hay comentarios:
Publicar un comentario