domingo, 26 de enero de 2025

Las estaciones del tren

 

La expansión del transporte ferroviario de alta velocidad, ha supuesto algunas indudables ventajas para los viajeros, pero no ha sido a coste cero para los usuarios. Un importante canon que hemos tenido que pagar ha sido la transformación de las estaciones, y no me refiero a su estructura física que en muchos casos también, me refiero a su transformación socio-operativa. Las estaciones de trenes tradicionales no eran solamente el punto de partida y llegada de los viajeros. Eran mucho más, lugares socialmente vivos donde se prestaban muchos servicios a la persona que terminaba recalando por el lugar. Cualquier estación que superaba una mínima importancia, además de los servicios corporativos de Renfe, solían contar con cafetería, kiosco de prensa, y por supuesto servicios o un sencillo WC a disposición de cualquier usuario sin necesidad de disponer de dinero para poder usuarios.  En las viejas estaciones, estaba presente el estado, en cierta manera era una cobertura social que prestaba el país al viajero. Suponían como un oasis para que aventurero que cruza un desierto, un lugar de refugio, cálido en invierno, sombreado en verano. En las estaciones de mi infancia no sólo eran transitadas por viajeros, también era un lugar frecuentado por paisanos que a veces recorrían sus andenes paseando, esperando ver la llegada de un tren, o su sala de espera que ocasionalmente servía de cobijo para resguardarse del rigor climático. Eran lugares de encuentro, de refugio como un puerto seguro que protege a los barcos del zarandeo del mar.

Hoy, son muy modernas, teóricamente muy seguras y eficaces, con sus controles de seguridad, sus restricciones de acceso y movimiento, pero tan sólo son puntos de carga y descarga de viajeros.

Por suerte, todavía en 2025, aún es posible pasar un ratillo en estaciones que siguen teniendo algo de aquellas viejas estaciones. Antes de que la alta velocidad se expanda por todo el territorio y todas estaciones sean transformadas, todavía quedan algunas herederas de todo aquello que vivieron nuestros padres, abuelos y nosotros mismos de niños.

Todavía podemos aprovechar para recalar en uno de esos oasis vitales de sociedad, refugio para el viajero, puntos de encuentro y de inicio de la aventura de estar vivo.

(Fotografías: estación de Vitoria, 25 de enero de 2025)