Hace unos días he tenido la oportunidad de
conocer y disfrutar la ciudad de Londres. No voy a dedicarme a comentar la
infinidad de lugares impresionantes que alberga esta ciudad, Hay miles de
reseñas fabulosas sobre esos espacios y en el mejor de los casos sólo
conseguiría una vulgar copia de ello. Por ello centraré mi comentario sobre
otros aspectos, que en mi opinión son menos conocidos, pero no menos
interesantes.
No conozco todas las grandes urbes del mundo,
pero me atrevería a decir que Londres podría ser considerada la gran capital de
las comunicaciones. Algo que nos impresionará es la cantidad y magnitud de su
red de comunicaciones y transporte públicos. Un impresionante río navegable,
unos muy particulares autobuses de dos plantas que son capaces de maniobrar en
calles y carriles a veces muy reducidos. Le acompañan los peculiares taxis, y
sobre todo la red ferroviaria, tranvías, trenes y su extensa red de metro. La
más antigua del mundo, que desde 1863 lleva prestando servicio y que no para de
crecer. Trenes que atraviesan la ciudad, por debajo, por encima, incluso en
ocasiones atravesando los propios edificios. Moverse en el transporte público londinense
resulta una experiencia muy agradable.
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Otro aspecto que me ha sorprendido ha sido su carácter
bullicioso, en algunos aspectos similar a una ciudad mediterránea, con multitud
de gentes en las calles, muchas veces compartiendo una bebida. No he visto
mucha gente tomando el té, pero si con unos “perolos” enormes de café con leche
que son servidos en multitud de bares o incluso en supermercados, con envase y
tape para llevar e ir tomándolo por la calle. Esta ciudad, a diferencia de
otras grandes capitales, no abundan las grandes avenidas, su trazado urbano
irregular, con unas calles y plazas de dimensiones manejables, más
proporcionadas al individuo humano que camina, creo que es otro factor que
favorece esa vitalidad y contacto humano. Eso sí, a diferencia del mundo
mediterráneo, posiblemente tengan más arraigadas las formas de cortesía y ello
le confiere algunas ventajas. En ese contacto estrecho entre personas, que
inevitablemente provoca, cruces o mínimos roces, siempre van acompañados de las
mágicas palabras “sorry” “please” “excuse me” que lubrican haciendo que toda
esa concentración multicultural de personas puedan moverse y convivir sin
problemas.