Contemplo apesadumbrado los mensajes y críticas que se dirigen los líderes europeos respecto al establecimiento y funcionamiento de un plan de recuperación económica para superar la crisis que provoca la pandemia del covid.
Los estados del sur pidiendo solidaridad, los del norte imponiendo una serie de exigencias. Se repiten las reuniones de los líderes de la Unión Europea, mientras las cabeceras de los periódicos de cada estado cuestionan los planteamientos y tesis de los otros estados como si de adversarios se tratara.
Algo esta fallando. No voy a defender las tesis de ningún estado. Desconozco si los planteamientos de España, Italia o Portugal son mejores o más justos que los de Holanda, Suecia o Austria. Creo que antes de discernir esa cuestión sería necesario tener claro algunos aspectos fundamentales.
Primero decidir si queremos seguir siendo la Unión Europea o por el contrario debemos quedarnos simplemente en Comunidad Europea. No sólo es una cuestión lingüística. Es importante conocer lo que somos, un gran estado u organismo con diferentes nacionalidades o por el contrario si seguimos siendo un montón de nacionalidades con algunas cosas en común, que nos echamos una mano de vez en cuando.
Si de verdad somos una Unión no es necesario hablar tanto sobre el exceso o el defecto de solidaridad. Si tenemos una herida abierta en la mano, no acuden plaquetas del resto del organismo por solidaridad. Acuden porque hay una herida que afecta al cuerpo y si esa herida no se cura puede extenderse por el resto del cuerpo.
La Unión Europea debe decidir si quiere funcionar como una unión, como un organismo o por el contrario prefiere funcionar como una comunidad de vecinos, que se conocen bien y se guardan abundantes recelos