Tengo una pequeña parcela en
el término de Calatayud, en el paraje conocido como Ribota. Se trata de
un terreno de unos 5.000 m. es decir si
fuera en el Oeste Americano lo que equivale a un acre y por sus similitudes con
aquellas tierras es una denominación que bromeando a veces utilizo. Se
encuentra entre el margen del pequeño río Ribota y el pie de la sierra de
Armantes, aunque la presencia próxima del río no la convierte en una finca de
regadío, más bien lo contrario, es una finca serrana que el agua la ve muy lejos y tradicionalmente se ha
cultivado de cereal, vid o almendro.
A una altitud de unos 600 msnm., sus coordenadas aproximadas
son 41º N, 1º O, en la sombra
pluviométrica del Sistema Ibérico y una de las zonas de la península Ibérica
con menor influencia marítima, lo que le confiere al clima mediterráneo de la
zona un sesgo muy continentalizado, radicalizando sus valores extremos y por
ello endureciendo las condiciones para el desarrollo de las actividades
agrarias, una características que de forma aún más agudizadas podríamos ver en
los estados del medio oeste americano como Colorado o Nebraska. Pero no se quedan solo en eso las similitudes
entre los dos territorios, la edafología y la morfología de ambos lugares, con
las arcillas y sus peculiares forma de erosión, pueden confundirnos de
continente si no prestásemos mucha atención.
Bueno, toda esta amplia introducción, solo pretendía hacer
comprender que el ser humano se ha visto en la necesidad de agudizar su ingenio
para que con los escasos recursos y unas condiciones tan duras, poder facilitar
el desarrollo de la agricultura o la ganadería.
Yo, labrador novel aficionado, imagino que al igual que
cientos de labradores que me han precedido, he visto como esas arcillas al
llegar agosto se resecaban y metafóricamente se convertía en una masa pétrea
que estrangulaban el sistema radicular de los árboles jóvenes plantados. Y como
bien dicen, la ignorancia es atrevida, me he atrevido a realizar algunos
ingenios que pretenden subsanar las difíciles condiciones del terreno y el
clima.
En fin, rechazando de mi mente dos máximas de mis paisanos, “lo
bueno si breve, dos veces buenos” de Gracián y “tener la humildad de terminar”
de Marcial, esta introducción se ha prolongado más de lo que hubiese deseado. Si
has leído hasta aquí, debo felicitarte, evidencias una buena dosis de paciencia
o en su defecto debería darte las gracias porque ya solo quedaría que una buena
dosis de amistad o afecto te haya hecho leer toda esta parrafada. Seguramente
reúnes ambas condiciones, felicidades y gracias por tu amistad. Ahora vamos al meollo del asunto y describir
mi sencillo y espero que eficaz ingenio.
DISPOSITIVO ANTISEQUIA PARA PLANTACIONES
Mis primeros dispositivos antisequía fueron los que encontré
en internet del tipo de capilaridad de un depósito en la superficie, o por
evaporación y condensación con la campana de plástico con dos botellas. Ambos al estar en la superficie corren
siempre el riesgo de ser volcados por un animal salvaje, el viento, etc. Además
un porcentaje de sus reservas de agua van al aire circundante y no a la tierra
que es de lo que se trata.
Mi sistema consiste en colocar un depósito que suponga una
reserva de agua en el subsuelo y que por capilaridad humedece la tierra
circundante.
El sistema y como se puede ver en el esquema es el siguiente:
- Se realiza el hoyo para la plantación un poco más profundo. Sumaremos a la
profundidad habitual la altura de una lata que usaremos como depósito
- Depositamos una lata metálica con su parte
superior abierta, (cualquier lata de conserva de deshecho) en posición vertical
sobre el fondo, rellenándola de tierra y agua.
- Rellenamos el resto del hoyo con tierra,
cubriendo ligeramente la parte superior de nuestra lata/depósito.
- Procedemos a plantar nuestro árbol o planta de
forma habitual, de forma que el cepellón de la planta queda ligeramente por
encima del depósito.
La nueva planta irá desarrollando su sistema radicular
encontrando algunas raíces la humedad procedente de la lata. De igual forma
una lluvia intensa o el riego abundante de la
planta permitirá el relleno o acumulación de agua en la lata, prolongando el
tiempo que se mantendrá una porción del subsuelo húmedo.
Con el desarrollo de la planta y el paso del tiempo, la lata
que ha servido de depósito se irá descomponiendo a la vez que la planta alcanza
el desarrollo suficiente para soportar
periodos más largos de sequía.
Este sistema que estoy empezando a probar, creo que
reúne varias ventajas respecto a otros utilizados; es más seguro, pues al estar
enterrado es más difícil que agentes externos lo estropeen y reduce las
pérdidas por evotranspiración. También es más respetuoso con el medio natural,
ni se ve y su material, en unos años, se
irá degradando y descomponiendo en el subsuelo para llegar a metabolizarse y
enriquecer ese mismo subsuelo.