Viajar... todo el mundo viaja. El mundo entero está en movimiento. Hasta hace relativamente muy poco tiempo, los manuales de geografía humana definían con bastante rigor el tipo de población de un territorio. En Escandinavia se encontraban un tipo de talla alta, rubio, de piel y ojos claros, en el Mediterráneo el tipo era de talla media o baja, tez y pelo moreno, y así podía ir definiendo todo el espacio geográfico. Hoy, esas definiciones nos parecerían del jurásico, y seguramente mañana va ha resultar muy difícil poder hacer cualquier clasificación, encontramos colonias importantes de germánicos en islas del Mediterráneo, hindús a orillas del Támesis o semitas en los Países Bajos. Es el mundo global. La gente se mueve, sea por motivos económicos, políticos o simplemente por placer.
Estos días me ha llamado la atención dos grandes desplazamientos con dramáticas consecuencias, por un lado centenares de desaparecidos en las aguas del Mediterraneo al sur de Italia, desesperados africanos que huyen de su tierra y se lanzan al mar buscando una Europa opulenta, y ésta a su vez emite miles de viajeros al Nepal, viajeros por placer, muchos de ellos hastiados de la serena tranquilidad europea y que necesitan de experiencias vitales en la cordillera más inaccesible del mundo.
Creo que en el momento del terremoto en Nepal, se encontraban allí unos 700 españoles, la inmensa mayoría había viajado por placer. Hoy han llegado a las costas sur de Italia, 6000 emigrantes, que se habían lanzado desesperadamente al mar desde las costas de Libia.
Me cuesta entender ambas cifras.